jueves, 11 de abril de 2013


INFANCIA CLANDESTINA
Acabo de ver la película “Infancia clandestina” (http://www.youtube.com/watch?v=A0eFo8wqtTk), del argentino Benjamín Ávila. Un film de septiembre de 2012, en el que el director vierte gran parte de sus vivencias de preadolescente, en los tiempos oscuros de la dictadura militar.
Si no fuera por el contrapunto de los amores iniciales del niño de 12 años que protagoniza el relato -con su candidez y frescura-, la narración cruda de la vida de una familia revolucionaria que regresa del exilio para luchar por devolver las libertades al país, resultaría desoladora. ¡Cuánta utopía, cuánto sacrificio y cuánta sangre vertida de aquellos soñadores aplastados por la brutalidad de los más duros opresores, tan violentos, tan irracionales!
Los 112 minutos se nos hacen cortos, en medio de la sencillez de las escenas, el lenguaje hermoso de los gestos, las miradas que expresan los más profundos sentimientos; las dos caras expuestas: críos inquietos, felices, del colegio donde Juan se integra y encuentra ese amor inicial que vive tan intensa como inocentemente; militantes clandestinos, encabezados por los padres de Juan, que luchan contra una maquinaria que los va devorando sin remedio.
Y me hace pensar, ahora que estamos en abril y que conmemoramos -el día 14- la implantación de la II República española, cercenada de forma tan cruenta, así como la Revolução dos Cravos en Portugal -el día 25-, un sueño utópico que tras los fogonazos de 1975 se recondujo a la domesticación… me hace pensar, digo, en tantos esfuerzos por salir de las tinieblas -caminando a un mundo de justicia y de solidaridad-, acallados por medio del terror o la reconducción de los que se sirvieron de las luchas para luego colocarse donde se sale bien en las fotografías.
A veces, revisando biografías de los que parecieron revolucionarios en los años oscuros de Argentina, Chile, España, Portugal… y que luego han ido a parar a las cloacas de la frivolidad, la complacencia, el acomodo aprovechado, me vienen a la memoria las vidas que se truncaron en los procesos de sus revoluciones; las vidas de gente como estos batalladores argentinos, sacrificándose en pos de un ideal: ¿también se hubieran acomodado los padres de Juan, de haber llegado un día al poder, en lugar de a la muerte en su lucha clandestina?
Moisés Cayetano Rosado

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