miércoles, 22 de mayo de 2013


EFECTOS DEVASTADORES DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA EN EXTREMADURA

Autor: Manuel Márquez Martín.
Edita: Foro para el Estudio de la Historia Militar de España. Navarra, 2013, 264 pgs.

Manuel Márquez Martín es un paciente y riguroso investigador de la Guerra de la Independencia en Extremadura, centrando en su vertiente socio-económica. El Servicio de Publicaciones del Ayuntamiento de Badajoz sacaba a la luz en 2011 el libro de Manuel Márquez Martín “La Junta Suprema de Extremadura en su Comisión de Hacienda”, y poco después -en el mismo año- la Revista transfronteriza “O Pelourinho” publicaba un amplio resumen del mismo, escrito por su autor.
En aquella ocasión escribía: “La Comisión de Hacienda se ocupó muy pronto en adoptar medidas en orden a la obtención de fondos con los que atender las apremiantes necesidades a las que se enfrentaba, y, en este sentido, una de ellas fue la de establecer una contribución pagadera por los grandes propietarios forasteros, los dueños de Encomiendas y los Señores jurisdiccionales y otra consistente en la décima parte de todas las rentas producidas por la riqueza territorial”.
Ahora, profundiza en este tema tan crucial de la provisión de fondos durante la terrible Guerra de la Independencia, que “cogía” a Extremadura en el peor de los escenarios: en la puerta del corredor Madrid-Lisboa, que en épocas de confrontaciones siempre ha sido “teatro de guerra”. Éste es el sentido de su investigación, que da a la luz bajo el significativo título de “Efectos devastadores de la Guerra de la Independencia en Extremadura”.
Mucho es lo que se ha investigado, publicado, divulgado, correspondiente a los escenarios bélicos, a las confrontaciones, a los asedios de poblaciones de la raya durante los años cruciales de la invasión napoleónica y la sublevación peninsular contra los franceses. Sus generales, sus ejércitos, sus estrategias respectivas, los avances y retrocesos de los millares de soldados que a partir de 1808 invadieron nuestro territorio, señoreándolo hasta 1814. También las actuaciones de la Junta de Extremadura. Y la aportación de los diputados extremeños en las Cortes de Cádiz, donde tantos brillaron y lograron relevancia. Pero las cuestiones socio-económicas de base han quedado siempre como en un segundo plano, no obteniendo la justa atención que los aspectos políticos y militares sí alcanzaron.
De ahí que las pacientes, detalladas, documentadas investigaciones de Manuel Márquez Martín sean no solamente oportunas sino necesarias para cubrir un vacío historiográfico, necesario para obtener una visión de conjunto de lo que significó para nosotros la Guerra de la Independencia.
¿Y qué es lo que significó esta Guerra? En principio hemos de decir que… lo que significan todas las guerras: sufrimiento, destrucción, miseria; enormes costes sociales, económicos; devastación que compromete no ya el presente sino el futuro de la tierra afectada. Y, como llovía ya sobre mojado, pues supuso un golpe mortal para el progreso de este territorio, Extremadura, que fue escenario principal en la Guerra de Restauração de la Corona portuguesa (1640-1668), en la Guerra de Sucesión de la Corona española (1701-1714) y no fue ajena a la Guerra de los Siete Años (1756-1763).
Manuel Márquez va desgranando a lo largo del libro los aspectos fundamentales de esa “devastación” que sangró la economía regional a base de impuestos, requisas, apropiaciones, con base en la legislación emanada de las autoridades del momento; pero también nos presenta los abusos que sobre el terreno hacían con sus depredaciones y latrocinios los ejércitos no sólo invasores sino también “defensores”.
Nos muestra enseguida a Alcántara como adelantada en la lucha contra el invasor, y a continuación los tumultos de primera hora, que llevaría el descontrol y asesinatos en Badajoz, ya desde 1808, para después centrarse en el objeto básico de su estudio: los efectos devastadores de la Guerra.
A las Mesas Maestrales y Encomiendas se recurrirá por parte de los mandos militares para proveerse de los fondos económicos y recursos materiales para su mantenimiento en el territorio de ocupación, con exigencias cada vez más gravosas de productos agrícolas y ganaderos. Minuciosamente, el autor va haciendo un recorrido documental volcado y comentado en estas páginas sobre las diferentes Mesas Maestrales de la región y Encomiendas de la Corona, de los Infantes de España y Órdenes Militares. Secuestros, confiscaciones, con violencia y saqueo hacia los administradores que se resistían o dificultaban las requisas. Los bienes retenidos a los propietarios que habitaban en territorios ocupados por el enemigo, a los que “tutelaba” la Junta Provincial, apropiándoselos. Recaudaciones de las rentas del Voto de Santiago. Saqueos por el enemigo de monasterios, conventos e iglesias, llegándose al asesinato con ensañamiento incluso del obispo de Coria. Problemas de cobro y subsistencia de hospitales, administradores, etc. Todo un rosario, en fin, de “luchas en la retaguardia” por lograr recursos de supervivencia o de obtener beneficios en las aguas revueltas de la Guerra.
El resultado final de todo ello, con la combinación de enfrentamientos, batallas, destrucciones directas e indirectas, dificultades para un desarrollo productivo normalizado de la tierra, gravamen de los miles de soldados deambulando y… depredando a su antojo, dio lugar a esa devastación que acabó de sumir en la miseria a una región ya largamente castigada por estos conflictos de una convulsa Edad Moderna, recién acabada, especialmente dura en la frontera. La inauguración del siglo XIX no podía ser más catastrófica, y la miseria se generalizaría por toda Extremadura, una vez más condenada al subdesarrollo y la subsistencia extrema, a un saqueo que la contemporaneidad no se iba a encargar de remediar.
La aportación documental de esta nueva entrega de Manuel Márquez Martín es abrumadora, contundente, explicativa hasta el detalle minucioso de esta devastación que tanto se ha preocupado de mostrar y demostrar, obsesionado casi en hacernos llegar esa otra cara de las guerras: la trastienda, la provisión de recursos para sostenerla, que siempre recae -al final- en el pueblo sufrido que padece en su suelo el estallido de los enfrentamientos a que en el fondo son casi siempre ajenos.
MOISÉS CAYETANO ROSADO

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