sábado, 1 de febrero de 2014

MAJESTUOSA AZULEJERÍA DE LA ESTAÇÃO DE PORTO
Moisés Cayetano Rosado 
Cuando desde la Raia/Raya entramos en Portugal, en esos paseos que nos descubren un mundo previsor de fortificaciones, nos encontramos con la sorpresa delicada de sus estações ferroviarias. Algunas ya sin funcionar y otras resistiendo todavía, pero con ese porte artístico que le dan sus construcciones bien equilibradas y la azulejería de sus paredes, donde se muestran monumentos, faenas laborales campesinas y hazañas históricas fundamentalmente medievales y de la etapa de los descubrimientos.
La cronología del azulejo en Portugal se hunde en la lejanía del tiempo, realzándose con las aportaciones musulmanas, ya desde los primeros momentos de su presencia en la Península, allá en el siglo VIII. Pero en el siglo XVI y sobre todo en el XVII adquiere un esplendor inigualado, constituyendo una de las señalas de identidad artísticas de la nación.
Con la primera mitad del siglo XX, llegará su implantación en las estaciones y apeaderos de ferrocarril, teniendo una calidad artística admirable en la producción de pintores y acuarelistas como Leopoldo Battistini, Alves de Sá o Jorge Colaço.

Y sería éste último, que tan brillantes muestras dejó en estações como Marvão o Évora, el encargado de embellecer la ya de por sí admirable Estação de Porto, donde predomina la temática histórica, que tiene sus hitos fundamentales en la representación panorámica de sus paredes: Torneo de Arcos de Valdevez, efectuado en 1140; presentación de Egas Moniz con sus hijos ante el Rey VII de Castilla y León (también escena alusiva en el siglo XII a los enfrentamientos rayanos); entrada de D. João I y de D. Filipa de Lancastre en Porto, en 1387, o la Conquista de Ceuta, de 1415. Además de escenas naturalistas del Norte del país y un friso en el atrio dedicado a la historia de los transportes en Portugal hasta la inauguración del ferrocarril. Todo ello cubriendo más de 550 metros cuadrados de superficie, fundamentalmente en azul y blanco.
Jorge Colaço (1868-1942) los realizó entre 1905 y 1906, antecediendo a otras de sus obras memorables, entre las que destacan la azulejería del Palácio Hotel do Buçaco, en Luso, de 1907; el Palácio dos Viscondes de Alverca (ahora Casa do Alentejo) en Lisboa, de 1918-1919; el Pavilhão dos Desportos de Lisboa (1922) o el exterior de las Igrejas dos Congregados (1929) y Santo Ildefonso (1932) también de Porto.
Jorge Colaço, cuya obra está presente también en Inglaterra, Suiza, Argentina, Brasil y Cuba -entre otras naciones-, consigue en estos paneles de la Estação de Porto una grandeza extraordinaria en la plasmación historicista, consiguiendo en su combinación de blancos y azules una magnífica sensación de profundidad, espectacularidad, al tiempo que tensión dramática en los hechos narrados, grandeza en los personajes y armonía de los conjuntos.
Si bien la representación de que podemos disfrutar en otras estações ferroviárias es de una belleza notable, en ésta de Porto -por los grandiosos escenarios materiales que ocupan- adquieren la monumentalidad de los palacios y pabellones donde después trabajaría, con tanto acierto.

Inigualable, por tanto, Estação Ferroviária de Porto, que ha de visitarse reposadamente, como viajero sin prisa por este arte de la azulejería, en el que Portugal no tiene rival.

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