jueves, 26 de marzo de 2015

ASÍ, EN LA TIERRA DE LAS DICTADURAS
Moisés Cayetano Rosado
Ahora que se cumplen 50 años del asesinato en la provincia de Badajoz del líder opositor salazarista General Humberto Delgado, hemos de rememorar lo que las luchas populares sostenidas durante las dictaduras suponen de férreo control y represión de las fuerzas del orden a su servicio. Entonces y ahora; en Portugal y en España; en todos los lugares privados de libertad.
Sirva el caso de Portugal como ejemplo cercano, al que no hemos sido ajenos en esta Raya/Raia tan sufrida.
La represión de cualquier tipo de protesta, manifestaciones o huelga laboral era habitualmente brutal, siendo especialmente conocidos el caso de Germano Vidigal, torturado hasta la muerte en el Puesto Local de la GNR de Montemor-o-Novo en 1945; José António Patuleia, de Vila Viçosa, asesinado por la PIDE en 1947; Alfredo Lima, de Alpiarça, muerto a tiros en la calle por la GNR en 1950; la joven campesina Catarina Eufémia, asesinada en 1954 a quemarropa por un teniente de la GNR en una acción de protesta en el pueblo de Baleizão (Bajo Alentejo), donde se pedía “trabajo y pan”; José Adelino dos Santos, jornalero de Montemor-o-Novo (Alentejo Centro), igualmente muerto en “carga policial” ante la protesta popular por la farsa electoral de las elecciones presidenciales a que se presentó Humberto Delgado en 1958; António Dângio y Francisco Madeira, de Aljustrel, muertos a tiros de ametralladoras de la GNR en la calle, a finales de abril de 1962, cuando preparaban las huelgas y manifestaciones de mayo, en la gran lucha alentejana por la “jornada de 8 horas de trabajo”.
Luego estaban las actuaciones en caso de detención, llegando a extremos de crueldad inimaginables. António Gervásio -uno de los principales dirigentes campesinos del Sur de Portugal- me ha proporcionado un documento autobiográfico de gran importancia, en el que indica que foi preso 3 vezes pela PIDE: em 1947, em 1960 e em 1971. Faço parte daquele grupo de militantes antifascistas mais brutalmente torturados, e indica que en 1960 estive 18 dias na “tortura do sono” com intervalos de 5 dias, mais 7, mais 4 e mais 2. Sempre acompanhado de espancamentos. Tortura de largas jornadas continuadas impidiéndoles dormir, en tanto se les apaleaba sin compasión.
Coincide en la descripción  con lo que narra Saramago en su célebre novela “Levantado do Chão”, cuando denuncia: João Mau-Tempo vai fazer setenta e duas horas de estátua. Vão-se-le inchar as pernas, terá vertigens, será espancado com a régua e com o cacete. El suplicio de “la estatua”, inmovilizados, golpeados de continuo varios días.
Algo que también testimonian algunas de las mujeres entrevistadas por Teresa Fonseca en su libro documental “A memoria das Mulheres”: Meu pai foi torturado durante 20 dias e 20 noites, ao ponto de se encontrar físicamente transfigurado, le declara Maria Margarida dos Santos Machado.
Esta situación terrible en las prisiones no impedía que el recuerdo de los hijos se mantuviera tiernamente en aquellos penados sometidos a tanta aberración. La misma Maria Margarida, cuyo testimonio refería más arriba, dice: O meu pai enviava-me da cadeia cartas, contos que inventava para mim, desehos, bonecos articulados de papel e até pintou o meu retrato.
La memoria de los niños víctimas de aquella situación resulta extremadamente emotiva. Precisamente Paulo Varela Gomes, hijo del entonces capitão João Varela Gomes, que  encabezó el asalto al cuartel de Beja de la noche del 31 de diciembre al 1 de enero de 1962, y que proyectaba derrocar la dictadura salazarista elevando a la Jefatura de la nación al general Humberto Delgado -con su acuerdo y colaboración-, nos da este vibrante testimonio: Lembro-me: a mina mãe, a quem não deisaram abraçar os filhos pequenos, encharcando como lágrimas os punhos cerrados de fúria com que agarrava as grades do parlatorio de Caxias (allí estuvo presa año y medio). O nosso terror. O meu pai, numa cela da Penitenciária de Lisboa, entubado, magríssimo, a voz quase apagada, um fantasma desvanecido contra a luz da janela, aquel homem que eu recordava grande, alegre, garboso na sua farda. Desapareceu de vez a infatigável alegria do meu irmão, um miúdo palrador e de olhos cheios de luz.
Más adelante, extrapola su discurso intimista y dice: Quando visitávamos os meus pais em Caxias, em Peniche, encontrábamos pessoas que sufreron muito mais que nós e estavam muito mais desamparadas. Especialmente os familiares de militantes do PCP, gente heróica sem bravata.

Terribles tiempos que van desde los años treinta hasta la “Revolução dos Cravos”, de 25 de abril de 1974. Tiempos tremendos que no nos son a nosotros tan desconocidos, y que se perpetúan hoy día desgraciadamente por todos los rincones donde falta  el aire de la libertad.

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