viernes, 1 de mayo de 2015

LA SANGRÍA DE EXTREMADURA Y LA HEMORRAGIA DE ALENTEJO
 
Moisés Cayetano Rosado

Los años del desarrollismo fueron traumatizantes para regiones europeas del sur, como Alentejo interior (distritos de Portalegre, Évora y Beja) y Extremadura española. Las buenas perspectivas económico-laborales de Centroeuropa y de las áreas industriales de nuestros dos respectivos países les colocaron a la cabeza de la emigración mediterránea.
Entre 1951 y 1975 Extremadura perdió 671.000 habitantes, el 48% de su población, y Alentejo 308.000, el 44% de sus habitantes: los más jóvenes, en edad de trabajar y de reproducirse. Quedaron así ambas regiones sin un magnífico capital humano y con un índice de ancianidad devastador.
Las consecuencias se han arrastrado decenio tras decenio, pues el retorno ha sido una utopía irrealizable y la renovación poblacional ha estado lastrada por el envejecimiento de la pirámide de edades.
Cierto que para buen número de los que emigraron eso supuso una liberación de la miseria, la falta de recursos y futuro, pero para ambas regiones fue una pérdida de capital humano extraordinario, sin que la contrapartida de ahorros trasvasados, envíos de remesas y transferencias económicas, les haya levantado de su postración.
Así, en la Europa de 12 miembros y 107 regiones de la época, en el ranking Producto Interior Bruto/Población antes de comenzar las grandes migraciones, por 1950, Alentejo ocupaba el puesto 97 y Extremadura el 107. Varios años después de la crisis mundial de 1973 (que acabó con la masificación migratoria), en 1977, Alentejo pasó al puesto 104 y Extremadura ocupó el 102, según datos de la Oficina Estadística de la C.E. (Basic Statistics of the Commumity).
Y si en el caso de Extremadura ha llevado el fenómeno a un estancamiento en el número de habitantes, en el de Alentejo ha sido mucho peor, pues la emigración no ha cesado en todo el tiempo, algo que parece puede ser el signo de futuro para ambas regiones, tras la nueva crisis de 2008.
Así, en 1981, acabada aquella arrolladora etapa migratoria desarrollista europea, la región extremeña tenía 1.065.000 habitantes, de los 37.750.000 que poblaban España. Treinta años antes, eran 1.400.000 del total nacional de 28.100.000.
¿Nos vamos recuperando de esta tendencia desertizadora? Hoy día, a comienzos de 2015, Extremadura no pasa de 1.100.000 habitantes (España subió a 47.000.000), o sea se ha estancado, al tiempo que su población se envejece irremisiblemente.
¿Cuál es el caso de este Alentejo interior tan castigado? Pues que en 1981 lo poblaban 505.000 personas, de las 9.850.000 que tenía Portugal. También antes de iniciarse la estampida migratoria, en 1950, las cifras eran sustancialmente distintas: 700.000 habitantes Alentejo, de los 8.450.000 de Portugal.
¿Y qué ocurre en la actualidad? Pues que Portugal ha subido -como España- en número de habitantes: 10.500.000, mientras que Alentejo baja considerablemente, quedando en 395.000 residentes. (Ver CUADRO DE POBLACIÓN)
CUADRO DE POBLACIÓN
Año              España           Extremadura                Portugal          Alentejo interior
1950        28.100.000               1.400.000             8.450.000                      700.000
1981        37.750.000               1.065.000             9.850.000                      505.000
2015        47.000.000               1.100.000           10.500.000                      395.000
Densidad en
año 2015    93’13 (h/km2)            26’42                113’65                           16’68   ..
Fuente. INE España y Portugal (cifras redondeadas)

De esta manera, podemos decir que si la segunda mitad del siglo XX y comienzos del XXI han sido para Extremadura de una sangría permanente, que en los años sesenta fue de auténtica hemorragia, para Alentejo la hemorragia incontenible ha continuado. En ambas regiones el futuro es difícil, pero en el caso alentejano es fatal, como nos muestra su alarmante baja densidad (16’68 habitantes por kilómetro cuadrado, casi siete veces menor que la media portuguesa), diez puntos por debajo de la ya de por sí bajísima densidad extremeña (26’42 h/km2, 3’5 veces menor que la media española). Y muchas comarcas de ambas regiones son ya auténticos desiertos poblacionales, con pueblos que terminarán vaciándose por completo.

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