martes, 22 de septiembre de 2015

VIAJE A ESLOVENIA, CROACIA, BOSNIA Y HERZEGOVINA, LA EXYUGOSLAVIA OCCIDENTAL (III)

DE ZADAR A SPLIT PASANDO POR SIBENIKA

Zadar es una de las poblaciones más hermosas de Croacia. Situada en la orilla del Adriático, tiene delante varias barreras de islas que actúan como grandes diques, por lo que la costa es serena, tranquila como un río que descansa.
Su casco antiguo es todo un tesoro de iglesias, palacios y restos arqueológicos a la vista, entre los que destacan los romanos, aunque lo “llamativo” para los turistas, por lo original e ingenioso, suele ser el llamado “Órgano de mar”: bajo unos escalones del paseo marítimo se encuentra oculto un sistema de tubos de polietileno y una cavidad resonante que transforma este sitio en un gran instrumento de viento. Y en un extremo se encuentro el llamado “Saludo al Sol”: compuesto de trescientas placas de vidrio de múltiples capas, montadas al mismo nivel que la ribera adoquinada formando un círculo de 22 metros de diámetro, que acumula energía con lo que se ilumina espectacularmente por la noche.
En el amplio espacio que fue el Fórum romano hay que detenerse ante la huella urbana que han respetado veinte siglos de historia.  Y es curioso que allí mismo, en la base de la Catedral de Santa Anastasia (de extraordinaria portada con aire toscano y mezcla románica y gótica), podemos ver -sirviendo de cimentación- numerosos fustes estriados de columnas marmóreas, capiteles, trozos de cornisas, frisos… sobresaliendo enteramente del suelo.
Al lado de la catedral tenemos la Iglesia de San Donato, prerrománica, del siglo IX, de planta redonda, cúpula de 27 metros de altura y triple ábside, siendo un testimonio inigualable de la mezcla de arte carolingio y bizantino.
Muy cerca, al norte, podemos admirar una de las iglesias más llamativas de la ciudad: la de Santa Krsevana y San Crisógeno, de tres naves, triple ábside y arquillos ciegos en todo el conjunto, más una galería de arcos exentos en el piso superior del ábside central.
La ciudad conserva en gran parte sus murallas del siglo XVI, cuando se convirtió en una plaza fuerte veneciana ante la amenaza turca. De entonces es su espléndida Puerta de Zara, con el León de San Marcos, símbolo de Venecia, situada entre el baluarte y semibaluarte de la entrada del sureste, protegida a la vez por un amplio hornabeque exterior.
Bajando al sur del país, se encuentra la ciudad de Sibenika, donde ha de hacerse una parada para admirar su Catedral, incluida en la lista del Patrimonio de la Humanidad en el año 2000. Construida enteramente en piedra caliza de una cantera cercana y mármol de la isla de Brac, se completó en tres fases, desde 1433 hasta 1441, y ejemplifica una lograda fusión del arte gótico de influjo toscano y el renacentista.

De allí, la ciudad de Split -protegida por numerosas islas que suavizan el empuje del mar- se nos presenta tras un corto recorrido costero. Nuevamente estamos ante un Patrimonio de la Humanidad, declarado en 1979: lo es su núcleo histórico, donde destaca el Palacio de Diocleciano.
Diocleciano mandó construir este palacio para pasar sus últimos días tras su abdicación en mayo del año 305, combinando características de una lujosa villa con un campamento militar. Se encuentra amurallado y en sus tiempos logró albergar hasta 9.000 personas. En la actualidad residen dentro unas tres mil.
El conjunto se dispone como un rectángulo, siendo sus dimensiones de 213 x 177 metros: aproximadamente 37.000 metros cuadrados. Se inspira en la planta tradicional de los campamentos romanos, con dos calles que se cruzan en el centro: cardo (norte-sur) y decumanus (este-oeste). La muralla tiene dos metros de espesor por veinticuatro metros de altura, aunque con edificios adosados en la cara que da al mar, tapando en gran parte su monumentalidad.
Durante la Edad Media y el Renacimiento, el palacio fue utilizado como como cantera para levantar las nuevas viviendas y construcciones de la ciudad, colmatando el interior, aunque se lograron “salvar” algunos edificios esenciales, como el Mausoleo de Diocleciano, que fue reconvertido en la Catedral alrededor del siglo IX. Iglesias románicas de los siglos XII y XIII,  fortificaciones medievales, palacios góticos, renacentistas y barrocos se encuentran dentro de las murallas, así como  espectaculares esfinges y columnas del Antiguo Egipto, con 3.500 años de antigüedad.
Bajo dominio veneciano fue rodeado el espacio con amurallamiento abaluartado, para contener los ataques turcos, quedando aún algunos restos de los baluartes de su cara norte, opuesta al mar.
La huella veneciana puede ser admirada en buena parte del Casco Antiguo alrededor del Palacio, en airosas fachadas tardogóticas, entre las que destaca la de su antiguo Ayuntamiento, hoy sede de exposiciones temporales.

Moisés Cayetano Rosado

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