domingo, 11 de febrero de 2018


¿QUÉ FUE DE LOS CANTAUTORES? MEMORIAS EN VERSO
Luis Pastor y Lourdes Guerra en plena actuación
El pasado 9 de febrero, al tiempo que se celebraba el “Pregón del Carnaval” en Badajoz, la Fundación Caja Badajoz nos traía a la Residencia Universitaria Caja Badajoz al cantautor Luis Pastor -acompañado por Lourdes Guerra-, para presentar su libro “¿Qué fue de los cantautores?”, deleitándonos con un extraordinario recital de parte del mismo, así como con varias de sus “legendarias” canciones de cantautor sensible y comprometido. Parecía que la competencia “carnavalera”  iba a “desnudar” el amplio salón de actos donde se celebró el encuentro, pero la capacidad de convocatoria de Luis y de la propia Fundación consiguió llenar el espacio.
Después, los asistentes serían  obsequiados –como acostumbra a hacer la Fundación en este tipo de presentaciones- con un ejemplar de este libro, cuidadosamente editado. Va, a continuación, una reseña del mismo con mis impresiones.

Autor: Luis Pastor.
Editorial: Capitán Swing y Nórdica Libros. Madrid, 2017. 139 págs.


Nacido primero como poema, que después sería musicado, ahora se nos ofrece como libro de memorias este ¿Qué fue de los cantautores? Memorias en verso, que ha escrito el cantautor extremeño Luis Pastor. Testimonio de su vida, primero de niño pueblerino -feliz en medio de las dificultades de esta tierra en posguerra dilatada- y luego emigrante familiar en un Madrid de extrarradio y miserias, donde se forma como militante de izquierdas, cantante y poeta, saltando a la fama de los cantautores punteros de los años setenta.
Es también este libro -escrito en versos octosílabos, unos libres y otro de rima variada, pero de trepidante ritmo- un homenaje a cantautores y poetas, luchadores vecinales, políticos, sindicalistas y curas de base y barrio, que lucharon en los años difíciles por la justicia y la libertad, con generosidad y solidaridad. Mucho poso de sus compañeros españoles Paco Ibáñez y Pablo Guerrero, así como de los portugueses José Afonso y luego el gran escritor al que “pone música” José Saramago, hay detrás.
Y es también un canto a la vida y la alegría, visto el mundo desde los ojos de un niño -luego adolescente y joven contestatario- que crece en medio de un entorno siempre tortuoso: aquellos años oscuros del franquismo en el mundo rural, de donde tantos fueron expulsados camino de la forzada emigración urbana o europea, pero que sabe encontrar el jugo alegre de la vida en la explosión de luces y colores que le ofrece su entorno campesino, o sublima el de los extrarradios madrileños a donde va a parar.
De las 426 estrofas que componen el libro, hasta la 411 todas son de seis versos. Las últimas tienen desigual número, rompiendo una armonía que parece simbolizar lo que es el colofón de su discurso memorístico: el desencanto que enseguida de instaurada la democracia se le viene encima, con lo que cierra estas memorias palpitantes. En la estrofa 418 queda de manifiesto de forma rotunda:
La democracia es la pera.
Cantautor, a tus trincheras
con corona de laurel
y distintivo de honor,
pero no des más la lata,
que tu verso no arrebata
y tu tiempo ya pasó.
Siendo todo el relato emocionante, arrebatador, palpitante, considero que lo que podríamos llamar la “primera parte” -las 100 primeras estrofas aproximadamente- son las más sentidas, más profundas, más líricas. Corresponden a la niñez descubridora del universo de su entorno, tan pequeño y tan grande, tan humilde y rico a los ojos del asombrado niño, seguido del trauma desgarrador de la emigración, con sus durezas anímicas de las raíces que se arrancan y las durezas materiales, físicas, de aquellos terribles barrios de aluvión en los extrarradios donde se asentaron los emigrantes de los años sesenta.
Pero Luis Pastor no se queda en lo sublime de la añoranza infantil, sino que ya desde el principio pone el dedo en la llaga de nuestros sufrimientos. Así, en la estrofa 6 leemos:
Esclavos del latifundio,
los campesinos sin tierra,
perdedores de la guerra,
los pobres de los dos bandos,
que al final de la contienda
nunca comieron pan blanco.
O más adelante, el dolor de la despedida migratoria. Vemos en la estrofa 36:
Los familiares llorando,
abrazos y despedidas,
amigos, primos, vecinas,
y la emoción contenida
del que sabe que se va
para vivir otra vida.
Pero siempre va sacudiendo la tristeza con versos como estos de la estrofa 16:
Y yo era un niño feliz
a pesar de los pesares,
pues espantaba los males
gritando a pleno pulmón.
Era como Joselito,
el Pequeño Ruiseñor.
Todo el libro es un canto a la vida. Crítico, incisivo, pero canto y resistencia, tesón y fuerza. Así, termina su historia con estos cinco versos de la estrofa final, la 426:
Siete vidas tiene el gato
Aunque no cace ratones.
Hay cantautor para rato.
Cantautor a tus canciones.
Zapatero a tus zapatos.
Palpitante libro que se lee de un tirón. Esencial Luis Pastor, fiel a sí mismo, a su gente, a su tierra, a sus ideas. Autobiografía y biografía de una época: los años cincuenta, sesenta y setenta, que constituyen una contribución extraordinaria de la historia social de unos años esenciales de Extremadura, España y por extensión de los hombres del sur, mediterráneos.
MOISÉS CAYETANO ROSADO

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